La madre talla escalón por escalón, tratando que los hijos no se le resbalen. Y edifica piedra sobre piedra, tratando que los hijos no se le derrumben.
El hijo es como el complemento de la madre: si alguno faltara, algo quedaría trunco.
Esa cosa dulce, tibia, misteriosa, no hay quien la desentrañe, ni quien la descifre, ni quien se la iguale.
El amor de la madre es inigualable, inalcanzable, insustituible. Ese puente interno donde se abrazan tiene una luz que todo lo llena y una emoción que sólo ellos conocen.
Zenaida Bacardí